esperando que lleguen las elecciones francesas, me he encontrado con este artículo en el país y no he podido dejar de copiarlo. interesantisima reflexion sobre como una escuela demasiado moderna (y demasiado clásica, seamos justos) no ayudan ni al alumno ni al pais
texto de miguel mora
La 'egalité' suspende en la escuela
La noticia es del lunes: “El ministerio de Educación Nacional muestra
su inquietud por el nivel de ortografía de los alumnos franceses”. Para
entenderla bien, es preciso remontarse seis años atrás. En un mitin, el
entonces candidato Nicolas Sarkozy trata de hacer un chiste y califica
de “sádico o idiota” al tipo que decidió incluir en las oposiciones
públicas preguntas sobre La Princesa de Cléves, novela mítica
de madame de Lafayette publicada en 1678. La broma, considerada por unos
como una metáfora de la vocación de ruptura del líder conservador, y
por otros como la prueba de su desprecio por la culture, fue un
asunto de Estado durante semanas. Unos meses después, más de la mitad
de los franceses eligieron como presidente al “hombre que asesinó a la
princesa”.
Cinco años más tarde, hoy, casi todos los especialistas e indicadores
señalan que la Educación Nacional, vieja joya republicana planeada por
el Consejo Nacional de la Resistencia como garante de la egalité, y factoría de citoyens
cultos y comprometidos, está en una situación precaria y alarmante. Las
reformas, retoques y recortes han sido constantes durante un quinquenio
que se anunció agitado desde que, en septiembre de 2006, Sarkozy
declaró en una universidad de verano de Marsella que había llegado la “hora de terminar con la herencia de Mayo del 68 en la escuela pública”,
ya que, según explicó, “esa generación ha instalado en la política, la
educación y la sociedad una inversión de los valores y un pensamiento
único del que los jóvenes son hoy las víctimas”.
Para acabar con esa “ideología que dice a los jóvenes que tienen
todos los derechos y todo se les debe”, Sarkozy ha utilizado diversas
recetas, unas viejas y otras más modernas. Según Maurice Cukierman,
profesor de Historia en el Liceo Descartes de Antenue, al sur de París,
que es además representante de la federación sindical del departamento
del Alto Sena, “Sarkozy empezó haciendo una política continuista, pero
poco a poco ha ido imponiendo reformas que llevábamos décadas logrando
frenar. Por ejemplo, ha adoptado nuevos criterios de evaluación para los
profesores, incorporado nuevas herramientas y programas con contenidos
más livianos, extendido un uso masivo de la tecnología que no conduce a
controlarla realmente, y limitado la libertad pedagógica y la formación
del profesorado. Todas han sido nefastas para la calidad de la
enseñanza”.
Además de eso, Sarkozy ha metido sin miedo la tijera. Aplicando la
regla, muy recomendada por la OCDE y la UE, de sustituir a solo uno de
cada dos funcionarios jubilados, ha cercenado unos 80.000 puestos de
profesores netos. Según la web del ministerio, en el curso 2010-2011
había todavía 859.254 educadores en activo. “Una barbaridad”, según
Sarkozy. Pero, según la OCDE,
Francia figura hoy en la cola de los países ricos en el índice de
profesores por alumno, con 6,1 profesores por cada 100 discípulos; y la
cosa es peor si se mira solo a la primaria y las universidades (objeto
de una gran reforma financiera): cinco por cada 100. Algunos acusan a
Sarkozy de haber intentado asesinar a la enseñanza pública como hizo con
la princesa para castigar a un profesorado demasiado de izquierdas y
favorecer de paso el floreciente negocio de la educación privada. Otros
celebran su valor al tratar de meter en vereda a un colectivo muy
sindicalizado, y su acierto al descentralizar grandes partidas de gasto
educativo hacia las regiones y ayuntamientos. Las consecuencias de esta
cesión es el núcleo de un reciente informe del Tribunal de Cuentas, adelantado por Le Monde.
Afirma que la educación nacional ha dejado de ser nacional porque el
ministerio —que, según los magistrados, se niega a facilitar los datos—,
invierte mucho más en las escuelas de París que en las de provincias y
los suburbios, es decir donde más se necesita.
En 2010, el Estado gastó un 47% más en formar a un alumno del centro de París que a uno de las banlieues.
Y un 51% más en enseñar a un parisiense que a uno de Niza. La
conclusión es que el clasismo es la nueva solución estatal a la supuesta
falta de fondos, y que “la egalité ha dejado de ser el
principio que rige la escuela republicana”. La situación se parece a las
que se viven en España, Italia o Chile, aunque el elemento católico
pese menos en Francia. La corriente global de atacar desde arriba a la
escuela pública, una de las bases del ideario neoliberal, tiene aquí
sello propio, explica el presidente de la Federación de Asociaciones de
Padres de Alumnos, Jean Jacques Hazan: “Somos la segunda potencia de la
zona euro y la quinta del mundo y hemos reducido el gasto educativo en
15 años en un punto del PIB. Mientras en los países ricos la inversión
aumentaba un 30%, nosotros la subimos un 5%, así que hemos perdido poder
adquisitivo. Además de perder más del 10% del profesorado, se han
reducido 150.000 plazas de parvularios y se ha favorecido todo lo
posible al sistema privado”.
En todo caso, sigue habiendo diferencias: el gasto en educación de
Francia alcanzó en 2010 el 5,5% del PIB, frente al 4,6% que le costó a
España, según Eurostat. Eso no impide que el ambiente en los colegios
sea tenso o peor que eso. Los padres de alumnos acaban de convocar una
huelga de deberes para los alumnos de primaria, y su balance del mandato
de Sarkozy es inmisericorde: “Ha sido catastrófico para la educación,
seguramente el peor de la historia. Ha aplicado a la enseñanza su lema
“trabajar más para ganar más”, una filosofía antipedagógica. Hoy basta
un título de Física para dar clase de Física sin tener la más mínima
noción de pedagogía o psicología. Tenemos profesores con master
incapaces de trasmitir conocimientos”.
A lomos de la depresión y la ira, la enseñanza se ha convertido en un
tema candente de la campaña. Especialmente porque el sector es uno de
los viveros de votos más seguros para el socialista François Hollande,
que ha prometido acabar con los recortes, consensuar las reformas y
habilitar 60.000 nuevos puestos de trabajo en las escuelas. Quizá
Sarkozy ha ganado su batalla en un terreno. Los profesores parecen
hartos de ser profesores. A Maurice Cukierman, que da clase de Historia
cerca de París, le toca jubilarse en julio, y está feliz: “Amo este
trabajo, pero la degradación es tan grande que ha dejado de gustarme; ya
no servimos para crear ciudadanos libres y responsables. La ola
reaccionaria ha llegado y solo creamos gente sumisa que será mano de
obra barata en el futuro”.
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